“Allí donde el proletariado lucha conscientemente, la burguesía liberal deja de ser revolucionaria” Stalin
No perder la perspectiva.
Los últimos acontecimientos suscitados en Medio Oriente y el Norte de África, han puesto sobre el escenario de la lucha internacional una compleja red de contradicciones que más allá de sus expresiones de una u otra manera reflejan, por un lado la efervescencia de la lucha de clases y por otro el permanente cambio en el escenario internacional como corolario de las disputas entre el Imperialismo yanqui y las nuevas potencias en acenso: China, Unión Europea, Rusia e Irán.
Durante más de un siglo y muy particularmente a partir de la “Revolución Islámica” en Irán (1979), los países del Medio Oriente han estado inmersos en conflictos a cuya naturaleza se le arroga factores de índole religioso, sin entender que esta expresión de la conciencia refleja el comportamiento material de vida de los individuos; proceder que se mueve en torno a las fuerzas productivas, las relaciones de producción y evidentemente el carácter que tienen los Estados y cómo la religión sirve a sus intereses.
A pesar de que en algunos de estos países existan importantes logros en términos tecnológicos, científicos y que exponencialmente muestran un incremento en el Producto Interno Bruto per cápita (que no refleja la realidad objetiva del nivel de vida de las masas) también evidencian de manera explícita los enormes contrastes que se comprueban en las manifestaciones de semifeudalidad que perviven con expresiones capitalistas al servicio del Imperialismo.
Sostener la presencia del capitalismo burocrático en estos países es totalmente objetivo y más aun entender la crisis que éste atraviesa y que motiva las contradicciones que poco a poco van tornándose más complejas y violentas. Además, como es obvio, la composición de esta estructura de producción y este sistema de organización social y política ha generado rebeliones y levantamientos populares que ante la falta de vanguardia proletaria al frente de las luchas y reivindicaciones de las masas, ha colocado a la burguesía radical, nacional y burocrática como la abanderada de un conflicto que en esa región del mundo se la exterioriza como “componendas religiosas” entre suníes y chiíes.
La particularidad de estas dos expresiones vivas del Islam, radican en que preponderantemente las corrientes suníes han estado ligadas a los formatos sociales conservadores, feudales, partidarios de las monarquías y de la concentración del Poder en pequeños pero poderosos grupos monopólicos que derivan de las expresiones oligárquicas a la Gran burguesía.
Desde la orilla contraria en las confrontaciones inter burguesas, los chiíes, se han mostrado como fuerzas liberales, donde el protagonismo de sectores de la burguesía burocrático-nacional, buscan la manera de emprender con revoluciones democrático burgueses dirigidas precisamente por la burguesía, emulando o alineándose en el orden de las revoluciones de este tipo que estimula Irán a partir de su experiencia y dirección de clase en el resto del planeta.
Es decir, los últimos levantamientos armados, protestas y rebeliones suscitadas en estos países, responden inexcusablemente a ese nivel de confrontación burguesa que pretende ser tamizada desde la perspectiva religiosa o de la lucha contra las “viejas monarquías”.
Y desde luego el proletariado y pueblos del mundo no estamos ajenos a esos procesos de los cuales, con efervescente y desproporcionado optimismo, hemos emitido nuestro respaldo sin considerar las motivaciones, carácter y entresijos de estos conflictos que al parecer y hasta ahora no pasan de ser procesos reformistas y restauradores de los viejos Estados que nada tienen que ver con los intereses del proletariado y demás clases explotadas.
No diferente es la situación en Libia, aunque ahí existe un agregado distinto que está relacionado con la figura controversial de M. Gadafi quien otrora se manifestara como anti imperialista para devenir en sirvo del imperialismo yanqui. Un símil de Saddan Hussein ante los EEUU y sus aliados.
“La lucha nacional es, en último término, un problema de la lucha de clase”
Mao Tse-tung
El Imperialismo y Libia
La decisión del Consejo de Seguridad de la ONU de utilizar la fuerza para agredir a Libia amparados en precautelar los Derechos Humanos de los ciudadanos, es una bazofia sin nombre que pretende encubrir el nuevo reordenamiento mundial. En esa medida ese acto cambia la prioridad de confrontar las contradicciones, estableciendo de momento como la fundamental: nación-imperialismo. Si Libia antes de la agresión militar hoy en manos de la OTAN vivía confrontaciones internas que con justeza de sobra buscaban derrocar al tirano, hoy la contradicción fundamental y que atañe a los comunistas y pueblos del mundo es la existente entre imperialismo y Libia como nación, suficiente argumento y justificación para condenar y combatir la actual a Libia y a cualquier otro país en el mundo.
Pero emprender con una campaña de rechazo, combate y condena a la agresión imperialista a Libia, no quiere decir que represente o refleje respaldo alguno al régimen interno de Gadafi, por el contrario, nos pone de frente al compromiso de activar la solidaridad de clase con el proletariado de este país con la finalidad de estimular la creación de Partido Comunista es decir marxista leninista maoísta, fortalecer todos los aspectos que viabilicen la aplicación creadora del marxismo a la realidad específica de Libia y que los lleve a transitar el camino de desarrollo de la Guerra Popular, la Revolución de Nueva Democracia como componente de la Gran Revolución Proletaria Mundial.
Hemos leído con cierta preocupación pronunciamientos como aquel de apoyar las luchas de los pueblos en los países de Medio Oriente y Norte de África. Apoyar su lucha anti imperialista en la medida que ésta se presente o el imperialismo ataque directamente: ¡SI!, pero…... ¿cómo podemos apoyar las luchas emprendidas por cierto sector de la burguesía que pretende promover la reestructuración del capitalismo burocrático arrastrando al proletariado y masas explotadas a luchar por una revolución que no satura sus contradicciones y mucho menos el problema del Poder? ¿Es que acaso buscamos potenciar los esfuerzos restauradores de las burguesías criollas o burocráticas contra las manifestaciones feudales y semifeudales y ponernos a la cola del reformismo burgués? ¿Cómo apoyar o atizar una lucha inter burguesa en países donde el proletariado no ha podido desplegar todavía la construcción de Partidos Comunistas que enarbolen el marxismo-leninismo-maoísmo y lo pongan al servicio de la justa Revolución de Nueva Democracia?
Apoyar la revolución democrático burguesa en los países donde existe capitalismo burocrático, consiguientemente imperialismo, gran burguesía y terratenientes feudales es una responsabilidad de los comunistas del mundo, desde luego, siempre y cuando dicho proceso democrático esté dirigido por el Proletariado y sus aliados, y dicha revolución sea un componente más de la Revolución Proletaria Mundial, caso contrario sería un desacierto histórico tan grande y nefasto para la clase y la revolución como pretender apoyar el camino de Prachanda.
No perdamos la perspectiva de los acontecimientos. Lo importante es que esas masas están ávidas de cambio y esa efervescencia puede nutrir la decisión de los comunistas de esos países por direccionar más y de mejor manera su brega en torno a las condiciones objetivas y subjetivas de la lucha proletaria y popular.
Más allá de los intereses por tener control sobre la producción y comercialización de hidrocarburos, lo que reina en la arena internacional es la imperiosa necesidad que tienen las potencias imperialistas y capitalistas de asirse de esos países en condiciones de semicolonias con la finalidad de reproducir el sistema, que es lo fundamental. Con el sistema no solo tienen petróleo, tienen además más materia prima, más mercados cautivos, más posibilidad de explotar a las masas vía los monopolios, además de tener nuevos elementos geopolíticos en las estrategias de dominación mundial. Ese es otro aspecto relevante de estas confrontaciones en las que EEUU tiene que bregar contra Francia, China Rusia y sobre todo Irán que de manera soterrada y en otras oportunidades de manera “abierta” maneja los elementos de identidad religiosa para atizar los conflictos inter burgueses en la periferia y establecer una “corriente musulmana” bajo los parámetros de ordenamiento económico y social de tendencia burocrática que va delineándose en el mundo.
Ya la India, Turquía, Filipinas y el Perú se erigen como faros de la Revolución Proletaria Mundial, y son los referentes que deben direccionar el camino de quienes bregamos por construir Partidos Comunistas y ponerlos al servicio de la Revolución Proletaria. Urge no perder la perspectiva, por el contrario, realizar el balance correcto respecto de los sucesos en Medio Oriente y África del Norte para cuestionarnos del porqué esa efervescencia de las masas no está siendo canalizada por la fuerza ideológica correcta y con los propósitos y metas necesarias.
¡FUERA EL IMPERIALISMO DE LIBIA!
¡FUERA EL IMPERIALISMO DE LOS PUEBLOS DEL MUNDO!
¡FUERA GADAFI, SU REGIMEN Y ESTADO EXPLOTADOR!
¡LA UNICA REVOLUCIÓN POSIBLE ES AQUELLA QUE SE INSCRIBE EN LA REVOLUCIÓN PROLETARIA MUNDIAL!
POR LA NUEVA DEMOCRACIA, COMO COMPONENTE DE LA DICTADURA DEL PROLETARIADO, A CONSTRUIR PARTIDOS COMUNISTAS EN EL MUNDO COMPROMETIDOS CON LA REVOLUCIÓN Y EL COMUNISMO
¡GLORIA AL PROLETARIADO LIBIO Y A LAS MASAS REVOLUCIONARIAS!
A CONQUISTAR EL SOL ROJO DE LA LIBERACIÓN: EL COMUNISMO
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