DOCUMENTOS PDF

jueves, 22 de marzo de 2018

¡HONOR Y GLORIA PARA EL CAMARADA JAVIER LÓPEZ!



Al proletariado y pueblo de México; a los camaradas de la Corriente del Pueblo Sol Rojo, el Partido Comunista del Ecuador-Sol Rojo expresa su solidaridad internacionalista y su profundo pesar por el deceso del camarada Javier López Martínez, “Comandante Rojo”.

Las condiciones en las que va desbrozando camino la línea ideológica correcta en México es compleja, difícil, con ciertas particularidades que necesariamente demandan de hombres y mujeres con alto nivel de conciencia y firme voluntad de lucha, y precisamente eso queda en la memoria colectiva de la clase y del pueblo, la figura de comunistas de esta estirpe que lo entregan todo, sin reservases y que queda como un  legado firme a replicar en cualquier lugar del mundo donde la clase y el pueblo se funden en esa necesaria forja por la conquista del poder.

Camarada Javier López es ya uno de esos comunistas que el proletariado y pueblo del Ecuador recoge como un insigne referente en la brega por desatar, desarrollar y sostener la guerra popular hasta el comunismo.


¡HONOR Y GLORIA PARA EL CAMARADA JAVIER LÓPEZ!

¡VIVA LA CORRIENTE SOL ROJO DE MÉXICO!

¡VIVA EL MARXISMO LENINISMO MAOÍSMO!

CAMARADA “COMANDANTE ROJO”

EN EL CORAZÓN DE LA CLASE Y DEL PUEBLO DE LOS PAÍSES OPRIMIDOS DEL MUNDO
A CONQUISTAR EL SOL ROJO DE LA LIBERACIÓN: ¡EL COMUNISMO!

sábado, 10 de marzo de 2018

DECLARACIÓN CONJUNTA


¡Proletarios de todos los países, uníos!



¡Vivan los 200 años del nacimiento del gran Carlos Marx!

Este año el proletariado y todos los explotados y oprimidos del mundo celebran los 200 años del nacimiento del gran Karl Heinrich Marx. Con desbordante júbilo los comunistas en todo el mundo celebramos al fundador de nuestra ideología. Con Marx y el marxismo, se abre el grandioso capítulo en la historia de la humanidad en donde los hombres, dotados con la ideología del proletariado, pueden comprender científicamente las leyes de la sociedad y el pensamiento, comenzando así la lucha consciente por acabar la sociedad de clases y avanzar hacia el glorioso comunismo.

Marx y su entrañable camarada Friedrich Engels alzaron por primera vez la voz de mando: ¡Proletarios de todos los países, uníos! Consigna bajo la cual se han lanzado a la lucha revolucionaria millones de obreros en todo el mundo, han logrado poner las banderas del comunismo en cumbres cada vez más altas: desde el triunfo de la gran Revolución Socialista de Octubre en Rusia que ha inaugurado una Nueva Era para la humanidad, pasando por la gran Revolución China en 1949 y docenas de victoriosas luchas de liberación nacional de las naciones y pueblos oprimidos, a la epopeya de la Gran Revolución Cultural Proletaria en China, hasta las guerras populares de la actualidad que persisten incontenibles en Perú, India, Filipinas y Turquía. Y con ello el marxismo se ha desarrollado a través de su aplicación y en medio de las más encarnizadas luchas, deviniendo en marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente maoísmo, que es la nueva, tercera y superior etapa del marxismo. Con destacada y dura brega contra viento y marea en Perú ondea invencible la bandera del maoísmo y el pensamiento Gonzalo, erguida por el PCP y el Presidente Gonzalo, jefe de la Revolución Mundial y continuador de Marx, Lenin y el Presidente Mao.   
 
Reaccionarios y revisionistas se empeñan, al no poder esconder su todopoderosa e inmortal doctrina, en mostrar a Marx fragmentado y falseado como el “intelectual de biblioteca”, como el Marx “humanista”, el “envenenado vengador”, “el dogmático”. Los revisionistas, viejos y nuevos, que se esfuerzan en la tarea de vaciar el marxismo de su esencia revolucionaria se estrellan con su inconfundible definición respecto a la lucha de clases y la dictadura del proletariado: en lo que a mí respecta, no ostento el título de descubridor de la existencia de las clases en la sociedad moderna, y tampoco siquiera de la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, los historiadores burgueses habían descrito el desarrollo histórico de esta lucha de clases. Lo que yo hice de nuevo fue demostrar: 1) Que la existencia de clases está vinculada únicamente a fases particulares, históricas, del desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura solo constituye la transición a la abolición de todas las clases y a una sociedad sin clases.[1]

Otros lo intentan mostrar como “anti-dogmático” en su intento de contraponerlo a quienes tildan de dogmáticos pero que en verdad han sido sus continuadores, quienes han aplicado consecuente y creadoramente el marxismo a la práctica revolucionaria dirigiendo al proletariado a conquistar el poder y construir el socialismo: Lenin y el Presidente Mao.

Pero Marx solo hay uno: el genio fundador de la ideología del proletariado, el gran dirigente del proletariado que sentó las bases teóricas, ideológicas y políticas de la lucha de clases, y lo guió en sus primeras batallas contra la burguesía y la reacción europeas, el reivindicador de la necesidad de la violencia revolucionaria y la dictadura del proletariado, el feroz combatiente contra las falsas teorías que desvían al proletariado,  el revolucionario ferviente que dedicó la vida entera a la causa del proletariado y que no tenía más aspiración que su emancipación. Nos corresponde a los Partidos y Organizaciones marxistas-leninistas-maoístas limpiar el barro que los revisionistas han echado sobre la figura del gran Marx y devolverles a las masas proletarias la verdadera imagen del primer gran jefe de la clase.

Algunos revisionistas dibujan a un Marx encerrado en la biblioteca de Londres. Tratan con ello de esconder -tras la enorme labor científica realizada por Marx- su propia traición al proletariado y justificar su capitulación e ineptitud para dirigir al proletariado y a las masas hacia la toma del poder. Avakian, revisionista de escritorio, delira al comparar su labor de zapa con los años que Marx pasó en Londres dedicado a la labor científica para escribir El Capital, obra en la que desnuda la raíz de la ganancia capitalista, la plusvalía, esencia de la economía capitalista contemporánea, y demuestra científicamente la inevitabilidad de que el proletariado barra las caducas relaciones de producción capitalistas. Como el mismo Marx planteara “mi principal misión consiste hoy en dejar a la clase obrera una base teórica suficientemente firme y ancha para que le sirva de punto de apoyo en su organización futura y de arsenal de donde saque las armas necesarias para luchar con la burguesía[2]. “Para asegurar el éxito de la revolución es necesaria la unidad del pensamiento y de la acción. Los miembros de la Internacional tratan de crear esta unidad por medio de la propaganda, la discusión y la organización…[3].  Marx se consagró a la labor científica no por erudición o fama, sino por el contrario -bajo los más encarnizados ataques de sus opositores y soportando ingentes sacrificios en la pobreza y enfermedad- lo hizo con el único fin de poner los fundamentos teóricos de la ideología del proletariado, cuestión que entendía que era de vital necesidad para la causa obrera pues sentaba las bases ideológicas para su lucha política y su organización.

Nada más ajeno a la realidad y al marxismo, pensar que Marx pasó su vida alejado de las masas y de las luchas revolucionarias. Marx fue siempre un decidido revolucionario: en su militancia en el periódico de los hegelianos de izquierda, en la dirección de la Liga de los Comunistas, en su participación en la revolución de 1848 en Alemania, en la minuciosa correspondencia que durante toda su vida mantuvo con los más variados dirigentes del proletariado, en la constante publicación de artículos y en ocasiones la dirección de revistas para la agitación, y finalmente, en la grandiosa conducción que tuvo de la Asociación Internacional de los Trabajadores, la Primera Internacional, que puso las bases ideológicas del proletariado sobre las que se edificarían los primeros partidos comunistas en varios países. Ante la tumba de Marx, Engels dijo: “Marx era, ante todo y sobre todo, un revolucionario. La verdadera misión de su vida era cooperar de un modo o de otro al derrocamiento de la sociedad capitalista y de las instituciones del Estado creadas por ella, cooperar para la emancipación del proletariado moderno, a quien él por vez primera infundió la conciencia de su propia situación y de sus necesidades, la conciencia de las condiciones que informaban su liberación”.[4]

Otros intentan engañar a las masas con un Marx humanista e incluso pacifista. El fundador de la ideología del proletariado planteaba que “el antagonismo entre el proletariado y la burguesía es una lucha de clase a clase, lucha que llevada a su más alta expresión, es una revolución total. Por lo demás ¿hay que extrañarse de que una sociedad fundada en la oposición de las clases se resuelva en la contradicción brutal, en un choque de cuerpo como último desenlace?”[5]. Después de la experiencia del proletariado en las revoluciones de Alemania de 1848 y muy especialmente con la gloriosa Comuna de París en 1871, Marx elevaría su comprensión y sintetizaría aún más la necesidad de destruir la vieja maquinaria del Estado burgués por medio de la violencia revolucionaria e instaurar la dictadura del proletariado.

Marx en su Crítica al Programa de Gotha en el problema de la correlación entre el Estado y la sociedad [socialista, que Marx llama "primera" fase, o fase inferior de la sociedad comunista], dejó establecido para siempre : ‘... Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista —prosigue Marx— media el período de la transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este período corresponde  también  un  período  político  de  transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado...’” [6]

Hoy osan levantar a Marx en contra de la validez universal de la guerra popular. Plantean que en algunos países no hay condiciones para iniciar la guerra popular -o revisan el concepto de guerra popular para dejarlo como huelga política de masas o insurrección- y que preparar el inicio sería voluntarioso, aventurero o aislado del movimiento de masas. Marx criticó duramente aquellos revolucionarios desesperados que se lanzaban a combates sin las masas creyendo que “el motor de la revolución no es la realidad, sino la voluntad”[7]. Pero precisamente la realidad no es estática. El desarrollo histórico y político ha conducido a situación revolucionaria en desarrollo desigual y a la ofensiva estratégica de la revolución proletaria mundial, situación que exige la reconstitución/constitución de partidos comunistas militarizados para iniciar lo más pronto guerras populares. Quienes predican hoy la huelga política de masas y la insurrección como estrategia de la revolución -así unos lo denominen estrategia de la guerra popular para los países imperialistas- son quienes niegan en verdad las exigencias de la realidad y defienden el consabido camino oportunista de la acumulación pacifica de fuerzas, antesala del cretinismo parlamentario.

Fue precisamente Marx quien rescató el principio enérgico de la actividad humana, el “lado activo” del idealismo y lo llevó al materialismo, refutando a todos los materialistas contemplativos e instando a una activa práctica revolucionaria para transformar la realidad, cosa que hoy solo se concreta armando a las masas parte por parte, incorporándolas en medio de la guerra popular para la toma del poder. Marx también planteó: “Allí donde nosotros decimos a la clase obrera: tenéis que pasar por quince, veinte, cincuenta años de guerras civiles y luchas de pueblos, no solo para cambiar la realidad, sino para cambiaros a vosotros mismos, capacitándolos para el Poder, vosotros les decís: ¡O subimos inmediatamente al Poder o nos echamos a dormir”[8]. Voluntariosos y alejados de las masas son quienes inician o desarrollan lucha armada sin contar con partido comunista militarizado, guiado firmemente por el marxismo-leninismo-maoísmo aplicado al propio país. Por este camino llegan tarde o temprano a la predica de “echarse a dormir,” a acuerdos de “paz” y a la capitulación ante la reacción, negando así la crisis general del imperialismo y la tendencia histórica y política principal a la revolución.

Marx fue el jefe del proletariado que logró la unidad del movimiento obrero en varios países durante los años de la I Internacional, unidad basada en la férrea defensa de los principios del proletariado y en oposición a la conciliación. Acusado por los bakuninistas de autoritario y por muchos otros de escisionista, Marx supo que ya la I Internacional había cumplido su misión histórica y que era mejor que acabara antes de que muriera asesinada por la unidad sin principios. Hoy la dispersión en el Movimiento Comunista Internacional solo podrá ser superada gestando una unidad sobre la base de los principios del marxismo, es decir sobre una comprensión unificada del maoísmo, que lejos de llevar al dogmatismo proporciona la base ideológica para la aplicación creadora en cada país, forjando pensamientos guía para reconstituir/constituir partidos comunistas que inicien y dirijan guerras populares.

Marx siempre confió inquebrantablemente en el proletariado y nunca, durante los fracasos de sus primeras luchas, dudó de su misión histórica -científicamente comprobada- de ser sepulturero del capitalismo. Lejos de caer en desesperación o en abatimiento, se esmeró por sacar lecciones de sus derrotas temporales para nutrir el marxismo y sentó también las bases de la lucha contra el revisionismo. “Todos los apartados importantes de los anales de la revolución de 1848 a 1849 llevan el epígrafe de ¡Derrota de la revolución! Pero lo que sucumbía en estas derrotas no era la revolución. Eran los tradicionales apéndices prerrevolucionarios, las supervivencias resultantes de relaciones sociales que aún no se habían agudizado lo bastante para tomar una forma bien precisa de contradicciones de clase: personas, ilusiones, ideas, proyectos de los que no estaba libre el partido revolucionario antes de la revolución de Febrero y de los que no podía liberarlo la victoria de Febrero, sino solo una serie de derrotas.[9]

Aplicando este análisis de Marx a toda la era de la revolución proletaria mundial, vemos que nos encontramos ante un proletariado tremendamente fortalecido, que en la lucha entre revolución y contrarrevolución ha salido victorioso y fortalecido con el marxismo-leninismo-maoísmo, en dura y cruenta lucha contra el imperialismo y la reacción, lucha inseparable de la lucha contra todo el oportunismo y revisionismo.

En 1879, el que años más tarde se consagrara como el primer revisionista de la historia, E. Bernstein, trató de revivir en su “Examen retrospectivo del movimiento socialista” aquellas ideas prerrevolucionarias que Marx condenó y declaró derrotadas en la revolución del 1848. Marx y Engels se lanzaron a la batalla y rompieron filas declarando que: En cuanto a nosotros, y teniendo en cuenta todo nuestro pasado, no nos queda más que un camino. Durante cerca de 40 años hemos venido destacando la lucha de clases como fuerza directamente propulsora de la historia, y particularmente la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado como la gran palanca de la revolución social moderna. Esta es la razón de que no podamos marchar con unos hombres que pretenden extirpar del movimiento esta lucha de clases[10]. Hoy, la tarea pendiente del balance de las últimas décadas del Movimiento Comunista Internacional, solo puede llevarse a cabo deslindando claramente los campos, repudiando el nuevo revisionismo que ha salido derrotado, y unificándonos en torno a una comprensión más alta del maoísmo.

El llamado del Manifesto del Partido Comunista y del manifiesto de la I Internacional para el proletariado era claro: tomarse el poder y subordinar a este objetivo los intereses inmediatos del proletariado, y según el momento, sin perder el objetivo final, trazar la táctica adecuada. Por ello Marx siempre orientó con gran destreza la táctica del proletariado para cada momento y la relación que debía tener con las otras clases de la sociedad: en tiempos de prosperidad del capitalismo (que aún no había devenido en monopolista, parasitario y agonizante) trazó la lucha de los obreros por salario como verdaderas guerras civiles que prepararan a la clase para la “batalla futura” y por el “objetivo final”.  Defendió el uso de la legalidad en los periodos de “estancamiento político y dominio de la legalidad burguesa[11] pero condenó severamente al Partido Socialdemócrata Alemán el no haber pasado a la ilegalidad con firmeza después de promulgada la ley de excepción contra los socialistas en Alemania. En cuanto a la relación del proletariado con la burguesía y el campesinado donde no se hubiese consumado aun la revolución democrática, Marx sentó valiosísimos análisis que sirvieron de guía para lo que Lenin y el Presidente Mao Tsetung desarrollarían; la burguesía sin fe en sí misma y sin fe en el pueblo; gruñendo contra los de arriba y temblando ante los de abajo[12]. Y frente al campesinado, Lenin recogería “mientras en Alemania no se llevó a término la revolución democrática (burguesa), Marx concentró toda su atención, en lo referente a la táctica del proletariado socialista, en impulsar la energía democrática de los campesinos[13], poniendo en la superficie lo dicho por él y lo que los revisionistas de entonces cuidaran de sepultar: Todo el problema, en Alemania, dependerá de la posibilidad de respaldar la revolución proletaria con una especie de segunda edición de las guerras campesinas[14].

Se cumplen también este año los 170 años de la publicación de El Manifiesto del Partido Comunista, programa del proletariado trazado por Marx y Engels, cuyos principios hoy tienen validez y vigencia y corresponde aplicarlos. Recalcamos una vez más el llamado del Manifiesto: “Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Que las clases dominantes tiemblen ante una Revolución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar”.

Celebramos entonces con júbilo el nacimiento del gigante del proletariado, que bebió de lo más alto de la humanidad, de la filosofía clásica alemana, de la economía política inglesa y del socialismo francés, y en lucha con ellas, sintetizándolas y elevándolas magistralmente, dando a luz la integral ideología científica del proletariado, que en más de un siglo y medio de duras luchas de clases y luchas de dos líneas ha devenido en marxismo-leninismo-maoísmo y los aportes de validez universal del pensamiento gonzalo.

A los comunistas nos corresponde enarbolar, defender y aplicar, principalmente aplicar el maoísmo para llevar a cabo revoluciones de nueva democracia y sin interrupción pasar a la socialista en los países dominados por el imperialismo – la inmensa mayoría de países y donde están la gran mayoría de las masas –, revolución socialista en los países capitalistas desarrollados y sucesivas revoluciones culturales para prevenirse de la restauración, desarrollar el socialismo y asegurar el pasaje al comunismo. Y esto solo puede hacerse combatiendo al imperialismo y a la reacción implacable e indesligablemente del combate al revisionismo viejo y el nuevo, y su nueva expresión que se sistematizó y estructuró en las líneas oportunistas de derecha en el Perú, hoy con su propia organización partidaria revisionista, que pretende usurpar el nombre del PCP y con sus organismos electoreros de frente como el Movadef y Fentep, así como combatiendo también a sus otras expresiones, como son las de Avakian y Prachanda, etc.

Celebremos el bicentenario del nacimiento de nuestro fundador, el gran Carlos Marx y el  170 Aniversario del Manifiesto del Partido Comunista sirviendo más y mejor a imponer el maoísmo como mando y guía de la nueva gran ola de la revolución proletaria mundial, base necesaria para que el proletariado pueda reconstituir la Internacional Comunista que plasme con guerras populares la epopeya comenzada por Carlos Marx rumbo a nuestra meta final el por siempre dorado Comunismo:

¡Proletarios de todos los países, uníos!

¡Vivan los 200 años del nacimiento del gran Carlos Marx, primer gran Jefe del proletariado!

¡Viva su genial e inmarcesible obra!

¡Vivan los 170 años del Manifiesto del Partido Comunista!

¡Enarbolar, defender y aplicar el internacionalismo proletario!

¡Defender la vida y la salud del Presidente Gonzalo con guerra popular!

!Abajo la Guerra Imperialista! Viva la Guerra Popular!

¡Guerra Popular hasta el comunismo!


Partido Comunista del Brasil (Fracción Roja)
Movimiento Popular Perú (Comité de Reorganización)
Partido Comunista de Ecuador - Sol Rojo
Fracción Roja del Partido Comunista de Chile
Organización Maoísta para la Reconstitución del Partido Comunista de Colombia
Núcleo Revolucionario para la Reconstitución del Partido Comunista de México
Comité Bandera Roja – Alemania


febrero de 2018




[1]             Carta de Marx a Weydmeyer. 5 de marzo de 1852.
[2]             Citado por José Mesa en el prologo a la traducción de Miseria de la Filosofía. 1981.
[3]             Citados en Sobre la construcción de Partido. Presidente Gonzalo. 1976.
[4]             F. Engels. Discurso ante la tumba de Marx.1883
[5]             K. Marx. Miseria de la filosofía. 1847
[6]             Citado por Lenin en El Estado y la Revolución
[7]             Intervención de K. Marx en sección del Comité Central de la Liga de los Comunistas 1850, citada por Franz Mehring en Karl Marx, el fundador del socialismo científico
[8]             Ibíd.
[9]             Karl Marx. Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850. 1850
[10]           K. Marx y F. Engels. De la carta circular A A. Bebel, W. Liebknecht, W. Bracke y otros. 1879.
[11]           Citado por Lenin en Carlos Marx. 1914
[12]           Ibíd.
[13]           Ibíd.
[14]           Carta de K. Marx a F. Engels. 16 de abril 1856.