Hay personas que en ciertas etapas de la vida asumen
la responsabilidad de luchar junto a su pueblo por sus reivindicaciones o junto
al proletariado por el poder. Sin embargo a lo largo del tiempo estos mismos
hombres pueden distorsionar o develar sus verdaderos propósitos y dar el salto
al barranco desnudando su verdadera condición de clase. Lo más grave aún,
evidenciar su estrategia para aprovecharse de cierta “figura histórica” para
arrastrar de la manera más vil y nociva al pueblo a transitar el camino
burocrático, el de la ilusión constitucionalista, de la democracia y paz
burguesa.
Mandela, de haber planteado en 1961 al interior del Congreso
Nacional Africano (CNA) la necesidad de emprender con la lucha armada en aras
de realizar una profunda transformación democrática en Sudáfrica, pasaría en
condiciones de presidio y después en libertad a constituirse en una importante
pieza del engranaje imperialista para desmontar la efervescencia revolucionaria
del pueblo sudafricano y convertirse en un ícono de las “transformaciones
democráticas, electoreras, pacifistas burguesas” que tanto benefician a los
viejos estados y a las viejas dictaduras.
No cuenta para el proletariado y pueblos de
Sudáfrica y el mundo qué pretendió ser en sus inicios como luchador popular,
cuenta de manera determinante su comportamiento rastrero, cobarde que ya en 1986
a espaldas a su organización CNA emprendió
con una serie de encuentros y reuniones con el enemigo de la clase y del pueblo
sudafricano para traicionar el ideario y programa de lucha que iba mucho más
allá de la reivindicación racial, inclusiva y que abordaba importantes
objetivos como la conquista del poder.
Cobijado a la sombra de la traición, la capitulación
y del reformismo pequeño burgués, Mandela, al igual que Castro, Ortega, Mujica,
Dila Russeff y otros, quedarán en los anales de la historia del proletariado
internacional y de los pueblos oprimidos del mundo como los oportunistas y
traidores más descarados; además de ser y haber sido los personajes más
efectivos y valiosos en la estrategia contrarrevolucionaria del imperialismo.
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