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martes, 10 de diciembre de 2013

MANDELA, EL SIERVO DEL IMPERIALISMO



“Ser atacado por el enemigo, no es una cosa mala, sino una cosa buena. Sostengo que, para nosotros, es malo si una persona, partido, ejército o escuela no es atacado por el enemigo, porque eso significa que ha descendido al nivel del enemigo. Es bueno si el enemigo nos ataca, porque eso prueba que hemos deslindado los campos con él…”
.  Este extracto de una histórica cita del Presidente Mao nos da una clara idea del porqué un importante número de líderes y cuadros del imperialismo y de las grandes burguesías por un  lado reconocen la vida de Mandela y por otro acongojadas emiten su “pesar” por la muerte de su siervo.


Hay personas que en ciertas etapas de la vida asumen la responsabilidad de luchar junto a su pueblo por sus reivindicaciones o junto al proletariado por el poder. Sin embargo a lo largo del tiempo estos mismos hombres pueden distorsionar o develar sus verdaderos propósitos y dar el salto al barranco desnudando su verdadera condición de clase. Lo más grave aún, evidenciar su estrategia para aprovecharse de cierta “figura histórica” para arrastrar de la manera más vil y nociva al pueblo a transitar el camino burocrático, el de la ilusión constitucionalista, de la democracia y paz burguesa.

Mandela, de haber planteado en 1961 al interior del Congreso Nacional Africano (CNA) la necesidad de emprender con la lucha armada en aras de realizar una profunda transformación democrática en Sudáfrica, pasaría en condiciones de presidio y después en libertad a constituirse en una importante pieza del engranaje imperialista para desmontar la efervescencia revolucionaria del pueblo sudafricano y convertirse en un ícono de las “transformaciones democráticas, electoreras, pacifistas burguesas” que tanto benefician a los viejos estados y a las viejas dictaduras.

No cuenta para el proletariado y pueblos de Sudáfrica y el mundo qué pretendió ser en sus inicios como luchador popular, cuenta de manera determinante su comportamiento rastrero, cobarde que ya en 1986 a espaldas a  su organización CNA emprendió con una serie de encuentros y reuniones con el enemigo de la clase y del pueblo sudafricano para traicionar el ideario y programa de lucha que iba mucho más allá de la reivindicación racial, inclusiva y que abordaba importantes objetivos como la conquista del poder.


Cobijado a la sombra de la traición, la capitulación y del reformismo pequeño burgués, Mandela, al igual que Castro, Ortega, Mujica, Dila Russeff y otros, quedarán en los anales de la historia del proletariado internacional y de los pueblos oprimidos del mundo como los oportunistas y traidores más descarados; además de ser y haber sido los personajes más efectivos y valiosos en la estrategia contrarrevolucionaria del imperialismo. 

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